Centro Social Seco. Una aventura en la gran ciudad.
“Articular históricamente lo pasado no significa “conocerlo tal y como verdaderamente ha sido”. Significa adueñarse de un recuerdo tal y como relumbra en el instante de un peligro”. W. Benjamín.
El presente texto simplemente es uno de los posibles relatos que se podrían escribir a partir de la experiencia de participación ciudadana que llevamos a cabo en el barrio. No es la verdad, el veredicto de lo sucedido, sino una mirada reflexiva que reconoce sus sesgos al acompañar con palabras el proceso en que se haya inmersa. Esta es una historia con minúscula, modesta e inacabada, pues es la de un pequeño lugar poblado por gentes pequeñas. En antropología se realizan historias de vida individuales, como herramientas que posibilitan la comprensión de una realidad determinada, a partir de la biografía de una persona, contada por ella misma, y el contexto vital en el que esta se ha desenvuelto. El presente relato podría entenderse como la historia de vida de un sujeto colectivo y su interacción con el entorno que le rodea, como lo modifica y es modificado. Descubrir en él los saberes locales producidos en situación, es decir durante el propio recorrido, en las mismas luchas. Recoger las preguntas que nos surgieron y cómo las respondimos, con la intención de globalizar las preguntas, el cuestionamiento, y localizar las respuestas a la situación concreta en la que han sido producidas.
El lugar donde se desarrolla nuestra historia, el siempre cambiante decorado, será el barrio de Adelfas de Madrid, entre el puente de Pacífico y el Puente de Vallekas. Un barrio de casas bajas y edificios no muy altos, con sus abuelitos sentados al sol en verano, sus solares y casas medio derruidas, marañas de antenas de televisión que desafían al viento, un pequeño polígono industrial que prácticamente está en desuso, un campo de fútbol, un parque muy cutre pero entrañable y escasos equipamientos colectivos. Una descripción que lo asemejaría a bastantes de los barrios desfavorecidos de cualquier gran ciudad, porque al fin y al cabo el barrio es un concepto relacional, nos remite a unas determinadas relaciones sociales con un territorio y no meramente a un espacio topológico. El barrio es un concepto político cuando se concibe como espejo que refleja la complejidad y los desafíos de la sociedad actual, mostrándonos en lo concreto todas las problemáticas y tendencias de las que podemos hablar y teorizar desde lo abstracto. Las particularidades que singularizan lo local, frente a la homogeneidad abstracta que es lo global, son las que dan potencia y consistencia a los modelos de intervención y a las apuestas prácticas que ponemos en marcha.
Nuestra historia, por ponerle una fecha surge ligada a la de los colectivos de barrio, que nacieron a finales de los 80 al calor de las luchas estudiantiles, como una forma de ruptura con el universo referencial y con las formas de hacer política heredadas de la izquierda tradicional. Una apuesta por introducir nuevos lenguajes (autoorganización, autonomía, llevar lo político a la cotidianeidad…) y tratar nuevas problemáticas que desplazaban la centralidad de la lucha obrera (insumisión, okupación, ecología, genero…). Arrancamos entonces desde la creación del Kolectivo Adelfas Joven (KAJ), que reflejaría a nivel local este fenómeno emergente que se dio en barrios y universidades, donde grupos de afinidad comenzaban a dar una dimensión política a su amistad, desde territorios definidos.
En el año 91 y entre las muchas actividades que realizaba el colectivo, destaca la intensa campaña que llevó a cabo, junto a la asociación de vecinos, por una Casa de la juventud en el barrio.
El largo proceso del Centro Social nos obliga a verlo como un proyecto en construcción permanente, en constante cambio, huyendo de una definición lineal u homogénea. Sabemos que una foto no es la realidad pero nos sirve para hacernos una idea de determinado paisaje, así la diferenciación de dos grandes etapas en la historia de Seco es una simplificación útil. La primera etapa durará hasta el año 97, durante la cual se desarrollan un amplio número de actividades (charlas, talleres, fiestas y conciertos, junto a una distribuidora de material alternativo, revistas, ropa, música, libros...) y se conecta en cierta medida con los jóvenes del barrio no politizados que utilizan el Centro Social como espacio de encuentro y esparcimiento. El discurso teórico disponía de una gran potencia, pero debido a diversos factores como el marcado carácter juvenil, la incapacidad de reflexión de los movimientos sobre si mismos para generar conocimientos que modificasen la praxis, o las identidades colectivas que se despliegan, el proceso termina estancándose políticamente. El imaginario, el uso del lenguaje, las consignas, la estética... devienen autorreferenciales y no permiten comunicar con lo social, no han podido trasladarse a procesos sociales sufriendo por ello un proceso de aislamiento.
Regreso al barrio.
“No camines delante de mi, quizá no te siga.
No camines tras de mi, quizá no te guíe.
Camina junto a mi y se mi amigo”
A. Camus.
Tras una crisis en el año 96 Seco permaneció cerrado, hasta que es reokupado por un grupo de gente que tras conocer y convivir políticamente con experiencias como la de
La vuelta al barrio es planteada con la intención de insertarse en la realidad cotidiana del mismo y trabajar desde ella. Lo primero que se hizo al respecto fue recuperar el vínculo con la asociación de vecinos, poblada ya solamente por gente muy mayor y cansada. Al poco de aterrizar en el barrio un grupo de traficantes de heroína ocupó una casa y montó un hipermercado de droga, intensificando la degradación de las condiciones de vida en el barrio (aumento de la delincuencia, violencia, miedo…). Ante esta situación y anticipándonos al surgimiento de las patrullas ciudadanas, decidimos convocar unas asambleas vecinales sobre el tema. Ese fue nuestro choque con la realidad, vecinos que querían linchamientos y presencia policial, otros que nos llamaban traficantes porque también estábamos ocupando, nosotros llamándoles fascistas… y asumiendo colectivamente que nadie sabía que hacer. La puesta en tensión constante de diferentes realidades obligadas a convivir si querían solucionar la problemática que los afectaba nos obligó a encontrar puentes de comunicación. Entre todos con el paso del tiempo se terminó comprendiendo que el problema de fondo era el deterioro social y urbanístico de la zona fomentado por
Esta experiencia nos introdujo como referente en la vida del barrio, dotándonos de un cierto respaldo y legitimidad. Además a lo largo de este proceso, la gente que gestionábamos Seco heredamos la asociación de vecinos y tuvimos que implicarnos en otras tareas que hasta ahora no abordábamos (asistencia a Plenos municipales, relación con instituciones, trabajo en
La idea que se nos ocurrió para seguir haciendo barrio fue la de recuperar las fiestas, que no se realizaban desde que la asociación dejó de hacerlas hacía algunos años. En solitario las sacamos adelante, currando como hormigas y enfrentando la obstaculización permanente de
La coordinación entre las asociaciones terminaría haciéndose permanente en el tiempo, dando lugar a
Paralelamente a este proceso también retomamos el periódico “El Barrio”como un elemento que nos permitiese comunicarnos con el vecindario y difundir nuestras propuestas y proyectos, a la vez que percibir como estos eran recibidos y si coincidían o no con las preocupaciones de la gente. Editamos bimensualmente 4000 ejemplares gratuitos, que además nos han servido para rescatar de la memoria colectiva el viejo periódico de la asociación (que se llamaba igual) y servirnos de puente con las generaciones más mayores. Con el paso del tiempo el periódico ha sido asumido como una de las tareas conjuntas que realiza
Una iniciativa por potente que sea, aislada en un barrio no tiene capacidad de incidencia en este mundo globalizado, es necesaria la puesta en red de unas iniciativas locales con otras. Hacer de las islas un archipiélago al ponerlas en conexión, como diría Jesús Ibáñez. Para articular esa conexión junto a otras experiencias similares que existen en Madrid constituimos
En el cambio de siglo además de todo lo anterior, continuamos con la actividad cultural del Centro Social, destacar la relación con algunos grupos de chavales jóvenes que han asumido Seco como uno de sus lugares de socialización y encuentro, incorporándose a la dinámica de trabajo del barrio. Además dinamizábamos la constitución de la cooperativa de vivienda joven, que finalmente se llamará COVIJO. La cooperativa está compuesta por 70 jóvenes, principalmente del barrio y que en su mayoría no provenían del mundo de los movimientos sociales, teniendo su sede social en el Centro Social. COVIJO es un espacio radicalmente democrático donde con la ayuda de los técnicos que nos van asesorando (sociólogos, arquitectos, urbanistas, formadores…) se va decidiendo colectivamente todo lo que afecta a la cooperativa (organización interna, realización de tareas, diseño de los proyectos y del modelo de vivienda, ampliación del proyecto…). La metodología participativa que aplica en su funcionamiento supone un momento real de cooperación en si mismo, fortaleciendo la sensación de formar parte de algo colectivo, integrando una mayor diversidad de propuestas y de formas de ver la realidad, favoreciendo el encuentro y conocimiento mutuo de l@s cooperativistas y socializando el conocimiento del proyecto. Un proyecto que va concretándose y ampliándose, mediante talleres y dinámicas sobre temáticas como el desarrollo local y comunitario, arquitectura bioclimática y ecología social, cuestiones de género y urbanismo o posibilidades de autoconstrucción de elementos del edificio. Actualmente junto a la realización de los talleres temáticos que ampliarán el proyecto, se está desarrollando un concurso-taller junto a alumnos y profesores de
El trabajo desarrollado a lo largo de estos años está comenzando a dar su fruto, al ver como se van consolidando en el tiempo todas las iniciativas, y las expectativas que estos están empezando a generar a su alrededor. Expectativas en el propio barrio, en las distintas redes sociales de Madrid con las que tenemos contacto, en
Este sería un breve resumen de nuestra experiencia, el mapa del trayecto que hemos recorrido, singular, único e irrepetible. Nadie se pierde en el mismo lugar y de la misma manera. Este mapa no es para que repitáis el camino que hicimos, sino para ayudaros a que inventéis uno nuevo. Una experiencia que piensa es una experiencia que da que pensar. Sembrar interrogantes, convertir esta serie de palabras en una herramienta utilizable por otras iniciativas para caminar.
El texto no termina lo que finaliza es el monólogo. Ahora se convierte en conversación, siempre que estéis interesad@s. Para contactar, continuar la charla o saber algo más: cs-seco.org
José Luis Fernández Casadevante.
Texto Publicado en la revista EL VIEJO TOPO. numero 180. junio 2003.
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